Bien dije yo que lo único que tenía que volver de los '90 eran los Guns. Ahora nos estamos fumando un retorno del neoliberalismo noventoso pero podremos, como en aquel entonces, ajustar la economía para ser parte del show.
Resulta que Axl pone a un lado las rencillas personales para unirse a Slash, que son las figuritas más importantes de la fusión. También se une Duff y dicen que Adler, y si consiguen la firma de Stradlin' tendríamos un jackpot para el orgasmo.
Pregunta mi madre que si Axl se "amigó" con los demás... Me cuesta creer que sí. Supongo que luego de unirse a las filas de Ac/Dc en la gira vio cuánta gente está dispuesta a pagar por ver rock del bueno, del viejo. Y son MUCHAS personas. Cuento entre esas personas a mocosos de 15 años que se proclaman hinchas de Guns, sin saber que en aquel entonces nos autonombrábamos Gunners. Los borregos que gustan del rock no tienen nuevos representantes del rock. El rock va muriendo a la vez que sus últimos representantes de los 80's van envejeciendo. Hubo intentos como The Darkness o hasta la graciosa Steel Panther, pero nada salió de la comicidad a un mainstream que le patee el tablero al punchi, o al k-pop, o a la propuesta de música con sonido ardilla Alvin que prolifera en redes sociales. Fue un placer para el oído la formación de la banda Hollywood Vampires. Entonces revisa uno quién compone la banda y lee: Alice Cooper, Joe Perry, Duff McKagan, Matt Sorum, Johnny Depp... Son viejos. ¿Acaso ni siquiera los fans de los sonidos previos a Nirvana pueden formar un grupo que renueve la propuesta y la traiga a los '10? El público está, pero quizá está muriendo junto con sus más fieles representantes. Y esta parcialidad nacida en los 2000 quiere ESE producto y ningún otro. ¿O es que ahora el rock de mi infancia es un fenómeno de culto? ¿Dirán en la próxima generación "La electrónica es la posta" y se encerrarán a escuchar eso entrando a sus 40, con un lagrimón nostálgico piantándoseles?
Hay un mundo (espero que no submundo) hambriento de rock. No de pseudo rock, ni rock pop, ni guitarras decorativas. ROCK. El de los Guns. El de Ac/Dc, que sigue llenando estadios. Porque uno pone play a Appetite for Destruction y se encuentra con una gloria imbatible. Sería una pesimista si dijera que ya nunca volveremos a disfrutar de un auge rockero. Quisiera ver una vez más, como en los '90, la campera de cuero con las texanas como combinación cotidiana. Una bandana en la cabeza. Un tipo que arriesgue el incendio de su cabellera fumando un pucho que no puede sostener porque está tocando la viola. Un tipo que agarre un frasco de pintura en aerosol y ponga su propio apodo arruinando la absoluta negrura de los equipos. O quizá solo estoy vieja, como los rockeros que amo, observando el fin de mi era, trasladándosela a los jóvenes de hoy, y entregando el rock en una caja lujosa, y tironeando de la caja para no dejarla ir. Porque sé que la van a transformar en algo que no se parece a los Guns.
Sintiendo que todo formaba parte de una ensoñación, ahuyento el pensamiento como si fuera mosca y vuelvo al presente. Y estoy en los 90's. Con el neoliberalismo en el poder y dificultades para pagar la entrada para ver a los Guns en River. Con un esfuerzo, casi que huelo el pebete de jamón y queso del kiosco de Dani, en el Tomás Guido, con mis compañeras Cari y la Ramón, estudiando poco y firmando como esposas de Rose en las evaluaciones de primer año.