De un tiempo a esta parte cambió todo.
Ya no fumo ante el mismo escritorio. Ni en el mismo teclado. Ni con las mismas ganas. Ni con la misma cantidad diaria de nicotina. Oh, no. La dosis aumentó, así como el desgano y la sed de amor.
Estuve soñando. Soñé mucho.
Y, como todo soñador, un día me desperté.
Guau... Auch...
Porque encima, al despertar, me caí de la cama. Me dolió mucho. No va a volver a pasar. Ni ese sueño ni la caída.
El sol acaba de abandonarnos en Buenos Aires. Dicen que se fue para el Oriente. Que le vaya bien, que lo necesito mañana.
Voy a prender un cigarrillo más luego de cerrar la persiana. Le voy a decir "hola" a la Luna. Voy a seguir escuchando a mi vecino ensayar con su saxo. Voy a seguir encarando esta hora del domingo, que es la más enmarañada de todas las horas de todos los días.
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