¿Por qué somos tan imbéciles, que esperamos que la palabra de los demás tenga validez, perdurabilidad, veracidad? ¿Por qué esperan eso de mí? ¿Por qué espero eso de ustedes? Me invade un gran nopodermiento witoldiano.
Ayer fui al teatro. Sola. Solas mi alma y yo. Esperaba que fuéramos cuatro. No sucedió. Entré igual y vi la obra. Me gustó. Salí y caminé desde Newbery y Córdoba hasta Cabildo y Olazábal, pensando en las dos cosas que postergué por haber ido al teatro; sola. Yo me comprometí a estar y me descomprometí con otros. ¿La hubiera pasado mejor en los otros dos compromisos que pude haber tenido? No sé. Porque ya no sucederán.
Pero, quizá la verdadera causa de este plantazo sea mi vestimenta: llevaba puesta la remera de la mala suerte. Sólo dos veces usé esta remera, con el mismo resultado: me quedaba sola al final. Tami me dijo que hay ropa interior de la mala suerte. Bueno, yo tengo una remera. Es linda. Es nueva. Necesito la ayuda de ustedes para decidir: ¿la sigo usando o la escondo en el arcón de los (malos) recuerdos? ¿La prendo fuego? ¿Me la fumo? ¿La dono?
6 comentarios:
Dos veces puede ser casualidad y la remera es linda como para dejar de usarla:voto por su continuidad.
Saludos.
Coincido totalmente con el previo comentario...
Considero que las cosas no pasan por "mala o buena suerte". Pasan y ya.
Es linda, es verdad. Úsala!
El problema es la gente, no la ropa.
Hila tiene verdad....
Es linda la remera...
Segui usandola..
Segui participando Seño...
Sa
yo que vos la sigo usando...el tema son lo cuentos borgeanos, creo...(vengo desde la casa de Lisarda)
beso*
"los" quise decir...
fumemos*
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