Vacaciones

Odio la playa: la arena, el ruido humano, los impresentables en paños menores, los divos en paños menores, los juegos de pelota paleta, el volley playero, los mates arenosos, las carpas, los vendedores de comida, los que se te ponen a medio metro, lo aburridas que son las noches, las multitudes, las sombrillas, las esterillas, el choclo hervido, el palito bombón helado, los niños caprichosos, los gritos, los ahogados, los guardavidas, los salvavidas, las olas, la sal, la obligación de renovar el bronceador, la carencia de sombra, que si no hacés nada sos un amargo, que el agua esté fría, esté sucia, que me tire al suelo la ola, que el hotel quede lejos de la playa, que quede cerca, las ferias con ítems repetidos, los paradores fashion, el cholulismo, la juventud, la Costa Atlántica.

Quizá en playas más lejanas la pasaría mejor, pero no me da el presupuesto.

¿Dónde soy feliz? En la montaña: relax, cielo, bosques, mates limpios, aire seco, aventura, sombra, sol amable, nubes, paisajes, verde, cóndores, excursiones, piedras, historia, libros, folklore, cascaditas, ríos, rápidos, lagos, lagunas, silencio, contemplación, reflexión, literatura, pureza, monumentos, variedad, olores, sabores, intensidad, vida.

La playa puede esperar.

La montaña, no.

Haya paz.