viernes, 22 de abril de 2011

Cierta completud

Ya lloré. Ya padecí. Ya dejé de comer. Ya volví a descubrir los sabores en el paladar. Ya soñé que me abandonaba una y mil veces. Ya dejé de soñar con eso. Ya me dí la cabeza contra la pared. Ya me cuido de los golpes. Ya sentí dolor, pero hondo. Ya no me duele tanto. Ya descreí. Ya decidí que dejar de creer no está bueno. Ya maldije al culpable de mis llantos. Ya no quiero traerlo más a colación. Ya bailé con la más fea. Ya aprendí el moonwalk. Ya está.
La primera vez que lo vi era 14 de febrero. Cupido andaba por el techo del lugar, cagándoseme de risa. Yo venía de armar la fiesta de San Solterín. Me gustaron sus ojos. Lo dejé pasar. Gente con ojos lindos hay montones.
Pero avanzó el calendario y me habló. No pensé nada. Gente que habla hay montones.
Un día decidió que me iba a hacer compañía mientras yo oficiaba de camarera. Pensé que era divertido. Pero, claro, gente divertida hay montones. Bueno, no. No hay montones.
Los ojos le sonríen cuando habla. Tiene la risa espontánea, le sale como a un nene. Se paraba a mostrarme su arsenal de simpatía. Y entonces, si no venía, era un día aburrido. Y entonces, si me encontraba ociosa en algún lugar, se ponía a hablar conmigo. ¿Qué le pasa? ¿Qué me pasa?
Mirándolo en detalle, este tipo no se parece en nada a lo que para mí es un tipo atractivo. Pero, Nadia, hacé memoria: ¿qué te pasa con los tipos atractivos?... Ah, sí, cierto... Terminan esquivándote. Te gustan enfermos, traumados, dolientes, abandónicos. ¡¿Por qué?!
Dejalo hablar al pibe. ¿No ves que te gusta cómo habla? ¿No ves que te mira cuando cree que no lo mirás? ¿No ves que estás esperando que aparezca, a esa hora, en ese lugar? ¿No ves que el otro día te echaste a dormir la siesta y soñaste con él? Dejalo hablar, dejalo que te cuente quién es. Sí, los ojos le sonríen cuando habla. Sí, está bien. Sí, es... Sí, sí, sí. ¡Sí!
Estoy contenta. Me gusta. Le gusto. Lo miro. Lo escucho. Le hablo. Lo mimo. Lo cuido. Lo espero. Lo freno. Lo traigo. Lo llevo. Lo disfruto. Lo saboreo. Lo extraño. Lo dejo. Lo exploro. Lo veo. Lo huelo. Lo toco. Lo abrazo. Lo beso. Lo arropo. Lo que quiera Dios que sea, dice Alejandro Sanz. ¿Y si fuera él?
Le escribo a Ale Sanz en Twitter. Le digo "Me podés contar lo que quieras del amor, que yo te creo." El genio me responde: "El amor no se cuenta, se vive." Ahora estoy escuchando las historias de amor vividas que Ale canta. Y quiero vivir una. Ah... ¡Estoy viviendo una!
Lo que quiera Dios que sea. Vivir es lo más peligroso que tiene la vida. Llueve, tu pelo se te moja y duele. Si pierdo, lo diré bajito. Le he robado el alma al aire para dártela en este suspiro. Sin saber qué hacer: si sentir o pensar.

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