jueves, 21 de julio de 2011

Celebraciones

Ayer fue el Día del Amigo. Este festejo surge de la llegada del hombre a la Luna. Que no llegó aquel día de aquel año, que no recuerdo cuál era. Supongamos que ahora sí, que la NASA ya les ha permitido esto. No importa. Lo de pisar la Luna no es algo que vaya a comprobar personalmente. Además, a mí la Luna me da miedo. Cuando está llena y bajita, me da como un golpe en el medio del pecho y no la puedo mirar.
En este día, no llamo a nadie ni espero que nadie me llame. Creo tener tres amigas, y dos de ellas son familiares. Igual, como sorpresa agradable, se han comunicado personas que no creí que serían capaces de escribirme un mensaje de texto dedicado especialmente. ¿Cuán vomitivo es el mensaje que sale igualito para 20 usuarios diferentes?
Me genera rechazo el Día del Amigo. Lo que genera rechazo invita a pensar en los motivos. ¿Es porque no pego una buena y larga relación con nadie? ¿Es porque siempre, a la vuelta de la esquina, nos espera la decepción, la traición, la dejadez? ¿Qué esperar y que no esperar de los amigos? ¿Quiénes pueden ser llamados amigos? ¿Qué hecho trascendental entre dos personas hace que puedan llamarse así?
Creo tener amigos. Creo saber qué hacer y qué no hacer para mantenerlos. Pero apenas lo creo. Apenas lo creo.

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