Los treintañeros estamos aprovechando las redes sociales y los grandes sitios de Internet para desparramar nuestros recuerdos de la infancia. Fuimos niños en los '80: sin canales que pasen cosas para nosotros por 24 horas, sin consolas de video juego que imitaran la realidad, sin celulares, sin cámara digital, sin msn, sin formas efectivísimamente veloces de comunicarnos unos con otros.
Crecimos con revistas que desplegaban súper pósters en su página central, con películas de miedo que mostraban una truchez desopilante en los efectos pero que no nos dejaban pegar un ojo esa noche, con juguetes ambicionados, con la Commodore y los juegos que tardaban media hora en cargarse, con una sola hora semanal de videos de música en Rock & Pepsi, con dibujitos animados que salían a las 11 de la mañana o a las 5 de la tarde, con mucha amistad de carne y hueso, jugando en las veredas hasta que se ocultara el sol, con bicicletas, con miedo a que los Pitufos fueran satánicos, con la espera del álbum de Michael que siguiera a Thriller, coleccionando papel carta las nenas, fascinación por He-Man los nenes, cartitas, Basuritas, Freddy Kruger, Chucky, Miki Moko, Tiki Taka, Erasure, una Madonna de pelo corto, Loco Mía, cines donde hoy hay templos, Pumper Nic, Roger Rabbit, Los Goonies, Carlitos Balá, Flavia y La Ola Verde, hasta espiábamos el show del Negro Olmedo, el de Berugo Carámbula y el de Héctor Larrea.
Fueron 10, 12 años de felicidad.
La infancia de cada uno de nosotros es irrepetible.
Deseo que todos hayan tenido una tan feliz como la mía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario