sábado, 20 de noviembre de 2010

The Smashing Pumpkins en el Luna - 18 de noviembre de 2010

Me preparaba para ir a comprar la entrada pensando en la publicidad de Adidas, que decía "Messi + 10". Y sé que voy a ver a Corgan + 3. Lejos del presente están los queridos D'arcy, Iha y Chamberlin. Pero Billy está, y no podía volver a fallarle, desde aquella vez en el '98.

Otra vez en la compañía de Sole, una copada, nos encontramos por Bouchard. Estaba con su amigo Nori, otro copado. A las 7 menos algo abrieron puertas así que Nori se fue y empezamos a esperar que cayera gente al baile. Todo indicaba que habría banda soporte. Nunca nadie se los quiere fumar a los teloneros, pero estos eran perfectos: sorpresivamente para mí, apareció en escena El Otro Yo.

EOY es una banda que te agarra de la espalda y te pone en otra época de tu vida; una donde todo estaba bueno. Gracias, Aldanas + el resto, por la alegría. Un teloneo de lujo. Hasta sonó Cortá El Pasto.

Todo parecía encaminarse a la puntualidad. El show estaba anunciado a las 20:30 pero no fue sino hasta las 20:50 en que apareció la calva cabeza que todos queríamos ver.

Arrancaron con una de esas que se saben pocos, The Fellowship, y después Lonely Is The Name, pero ya se veía a un Corgan nada envejecido, contento, agradecido por el amor del público. Además, para sorpresa de Sole y mía, un Corgan sin vestido de gala, luciendo no más que un kimono divino y unos pantalones horribles.

Como tercer tema, nos asesinó con un hermoso Today. Y no les puedo contar lo contenta que estaba la gente porque no se puede describir. A continuación, Astral Planes, y luego una poderosa Ava Adore que fue saltada con la pasión que esa fabulosa letra pide.

¿Por qué me gusta The Smashing Pumpkins? Por dos cosas: 1) su música tiene belleza triste, o tristeza bella, y 2) sus letras tienen belleza triste o tristeza bella. Creo que Corgan escribe las letras más lindas de toda la música que escucho. (Escucho muuuuuuuucha música, yo). Pero este show eliminó toda tristeza y quedó sólo lo bello. Como cuando Billy propuso calmar los saltos y nos dejó escuchando A Song For A Son y Eye (genial tema) pero enseguida redobló la apuesta y nos tiró un festejadísimo Bullet With Butterfly Wings.

Después volvimos a bajar un poco con United States (que fue un medley del himno yanki con Moby Dick de Zeppelin) y Spangled, temas muy nacionalistas, como lo indican sus títulos. En una de estas, Billy se despachó tocando la viola con los dientes. ¡Con los dientes! Eso me ayuda a entender las palabras de un guitarrista conocido mío, que dijo que la relación que tiene con su guitarra es altamente sexual. Si Billy no estaba haciéndole un cunnilingus a su instrumento, díganme cómo lo llamarían. Además, tocar la viola con los dientes en el 2010 es bien old school, tal como él mismo lo había anunciado en Twitter.

La calma bella siguió con una versión rocker de To Sheila, temazo que abre mi disco favorito, Adore. Hasta que volvió la tormenta y nos mandó, uno atrás del otro, casi irresponsablemente, Cherub Rock + Zero. Y sigo sin poder explicar la felicidad del público. Es como el sueño del pibe: tener a un grunge del buen grunge tirándote temazos como 15 años después del enamoramiento de uno con ese tipo de música. Dios mío, los '90 la rockearon y pude estar en uno de los recitales que reivindicó todo eso. ¡Qué plenitud!

Shame y Freak también mantuvieron las aguas en paz, pero luego salieron las notas de Tonight, Tonight. Tuvimos esas notitas como para anticipar el redoble de la batería y empezar a cantar con Billy. ¿Y saben qué? La sigue cantando como hace 15 años. Pegada a esta preciosidad, esa hermosa banda hizo sonar Stand Inside Your Love, otra hermosura pasional.

Qué noche romántica tuvo Billy. Estaba enamorado del amor, de nosotros, nosotros de su música, de él. Creo que ese concierto fue lo que la gente llama hacer el amor. Eso que no es sexo, ni ponerla, ni sacarse las ganas. Ese hacer el amor que es dar el cuerpo y el alma. Y acá estoy, tipeando cursimente porque me enamoré de la música que Billy me dio.

Con Tarantula cerró la primera parte y pasamos a los bises. Corgan vino solito con la acústica y nos regaló A Stitch In Time seguida de "una canción que escribí cuando era muy joven": Disarm. ¡Gracias, Corgan! ¡Gracias!
Parecía que no faltaba nada. No faltaban hits, no faltaban discos, ni amor, ni belleza, ni emociones, ni calma, ni locura, ni pasión. Dio todo y dimos todo. Pero faltaba un poquito más: la sorpresa de la tierna By Starlight, que entre tanto hacer el amor resultó como un beso con mirada a los ojos; y el cierre, con Heavy Metal Machine.

Corgan desplegó talento, gratitud y old school rock power, como había anunciado. La gente acompañó todo. Salimos todos contentos tras dos horas de nostalgia y belleza. Y algunos me dicen que The Smashing Pumpkins son para escucharlos encerrado en tu pieza con una Gillette en la mano. No entienden nada. ¡Son la banda más hermosa del mundo!
Lo lamento por todos los que no estuvieron ahí. No se los refriego, no. Realmente fue una fiesta.

Billy tuiteó: "Thanks to our fans in Buenos Aires for a great show! Till next time...". Gracias a vos. Te esperamos con ansias, cuando quieras.

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