jueves, 18 de agosto de 2011

161º aniversario de inmortalidad

En el trabajo, me tocó hacerme cargo del acto en conmemoración a la muerte de José Francisco de San Martín. Mi sentido homenaje salió más que hermoso y lo que quiero compartir es el discurso que escribí y leí con pasión.

Hoy, 17 de agosto, se cumplen 161 años de la muerte de José Francisco de San Martín. Pero hay otra manera de conmemorar esta fecha: podemos decir que pasaron 161 años desde que el Gral. San Martín pasó a la inmortalidad. Sí, era humano, un mortal como todos nosotros, pero hay muchas razones para considerar a este hombre como inmortal.

La inmortalidad de Don José está en su crianza, cuando jugaba con los guaraníes sin discriminar a ningún niño que quisiera jugar con él. Está en su coraje ante los ejércitos de Napoleón, cuando era un chico de 12 años, ganando condecoraciones por su desempeño. Está en su inteligencia, cuando gastó horas y horas de su vida pensando en el mejor modo de vencer a los realistas en toda Latinoamérica. Está en su osadía, cuando desafió a las montañas, al frío, a la nieve, a la adversidad, y en menos de un mes estuvo del otro lado de la cordillera de Los Andes. Está en su humildad, cuando rechazó los cargos que le ofrecían por sus hazañas. Está en su perseverancia, cuando todo apuntaba al desaliento y su temple inspiró a hombres y mujeres. Está en su visión, cuando soñó con una América libre y demostró cómo lograrlo.

La libertad. Qué sueño tan hermoso. Comenzó a gestarse en 1810, gracias a los ideales de los revolucionarios, y continuó hasta convertirse en una misión de vida o muerte para el Gral. San Martín. Ni bien supo que las Provincias Unidas del Sur habían destituído al Virrey Cisneros, decidió abandonar los ejércitos españoles para unirse a la emancipación. Pero los sueños grandes como la libertad de nuestra nación eran chicos para él. Él tuvo sueños enormes. Y propuso como meta aquello que muchos temían tanto: la libertad más absoluta del yugo español. ¡Qué miedo da la libertad! Ser libre es ser centinela del propio destino; es responsabilizarse de las decisiones que se toman. Ya no hay otro responsable de lo que nos pasa cuando somos libres, excepto nosotros. ¡Qué responsabilidad ser libre! ¡Qué presión ser libre! Allí donde los gobernantes flaquearon, Don José actuó. Allí donde la esperanza de los pueblos se hundía en el mar, Don José sacó a flote la victoria. Allí donde hubo temor, Don José instaló la responsabilidad. Allí donde hubo ambición monetaria, Don José puso hambre de gloria. Qué afortunado ha sido el mundo al tener un hombre sin miedo, sin corrupción, sin falsos discursos, sin límites a la hora de enaltecer la independencia de Latinoamérica.

Son muchos los años que pasaron desde sus proezas, pero San Martín no es un héroe cuyos valores sean antiguos. Evitar la discriminación, tener coraje, entrenar la inteligencia, atreverse a más, despreciar el lujo, intentar hasta lo imposible, son actitudes que todos podemos tener ante la vida. No hace falta ser un granadero, ni es necesario montarse a un caballo. Ni siquiera se precisa doctrina militar. Sólo es necesario vencer las cordilleras que llevamos dentro, esas que nos separan de nuestros sueños más profundos. Ser inmortal es imitar un poco la vida de Don José, y así ser recordado por nuestro valor y nuestros principios. Es tan fácil (o tan difícil y desafiante) como decidirlo y llevarlo a cabo.

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